24 hour party people

Tuesday, August 30, 2005 | | | 0 comentarios |


Bueno este sabado pasaron la pelicula en la cineteca, y aunque ya la había visto en la Facultad de Ciencias y de Ciencias Politicas de la UNAM la fuí a ver por tercera ocación; ah que buena esta, yo la recomiendo a los fans de Joy Division y a cualquier persona que no sepa quien fue Ian Curtis y compañia.

Algunas imagenes y la reseña

Producción : Baby Cow Productions, Channel Four Films, Film Council, Revolution Films, WAVE Pictures, Andrew Eaton, Gina Carter, Simon Fallow, Robert How, y Henry Normal
Dirección : Michael Winterbottom
Guión : Frank Cottrell Boyce
Países : Gran Bretaña-Francia-Holanda
Año : 2002
Director de Fotografía : Robby Müller
Fotografía : Color
Música : New Order, Ian Curtis, Marshall Jefferson, Mick Jones, Steven Severin y Joe Strummer
Edición : Trevor Waite y Michael Winterbottom
Actores : Steve Coogan (Tony Wilson), Bez (Chris Coghill), Paddy Considine (Rob Gretton), Andy Serkis (Martin Hannett), Sean Harris (Ian Curtis), John Simm (Bernard Sumner), Shirley Henderson (Lindsay Wilson), Danny Cunningham (Shaun Ryder)
Duración : 117 minutos
Distribución : Arthaus
Críticas :Una nueva orden En el otoño de 1976, en el Free Trade Hall en Manchester, se realizó lo que para mucha gente fue la renovación y revolución de la música contemporánea: The Sex Pistols se presentaron por primera vez ante una audiencia, y aunque ésta tan sólo llegó a 42 espectadores, algunos de ellos serían tocados por la estridencia musical y discursiva de la susodicha banda punk para convertirse posteriormente en importantes piezas futuras de la música.
Entre estos se encontraban Bernard Sumner (Joy Division / New Order), Morrissey, Mick Hucknall (Simply Red), Martin Hannett (productor) y Tony Wilson, visionario inglés cuya importancia y trayectoria con todas las bandas que junto con él cambiaron el panorama musical, se encuentran plasmadas en La nueva orden, filme de Michael Winterbottom (Bienvenido a Sarajevo) que parece refrescar la memoria sobre un hecho histórico que, fuera de Inglaterra, no ha tenido la importancia merecida.
Wilson, periodista egresado de la Universidad de Cambridge, comenzó a trabajar en una televisora local a mediados de los 70. Además de realizar trabajos reporteriles de poca monta, se encargó de un programa musical a través del cual intentó mostrar nuevas alternativas. Fue en esa búsqueda que llegó a aquel ‘toquín’ de 1976 donde se encontró con el futuro, porque, como el actor Steve Coogan pregunta a la cámara en su caracterización de Wilson para La nueva orden, “allí había poco más de treinta personas, pero, ¿cuantas personas estuvieron en la última cena?”.
“Este no es un filme acerca de mi. Sólo soy un personaje menor en mi propia historia”, asegura categóricamente poco después Coogan-Wilson al espectador. Y tal vez sea cierto, porque se trata de la historia de un movimiento musical y cultural sucedido en Manchester durante los ochentas y principio de los años noventa, en el que tuvieron que ver varias bandas, la muerte de un joven artista, las drogas y la creatividad; pero sin duda, Wilson es pieza fundamental y, tal vez, fue quien le dio cauce y forma a lo sucedido; además de que asume el papel del Virgilio dantesco, guiándonos a través del filme.
Es así que el guión de Frank Cottrell Boyce compone una ágil y sorprendente historia, en la que parecen mezclarse el documental y la biografía dramatizada con las herra­mien­tas del Nuevo Periodismo y el Gonzo Journalism. Para ello, Winter­bottom, de entrada, representa los hechos en escena pero, para acercar más al espectador y darle un giro al filme, hace uso de secuencias en directo originales de las bandas –que ador­na y contextualiza con la puesta en escena- y, sobre todo, hace de Coogan-Wilson un actor principal del filme que, en gran parte de la historia, sirve como narrador en vivo de la acción (en este rompimiento con la realidad puesta en pantalla, el absurdo del realismo llega cuando Coogan, aún caracterizado, se dirige a la audiencia para mostrarles el momento en el cual el propio Tony Wilson realizó un cameo durante el filme).
Es así que en La nueva orden vemos el inicio, desarrollo y caída-transformación de una industria y una cultura. Tras su encuen­tro con los Sex Pistols, Wilson descubre a Joy Division y de ahí, el inicio de su Factory Records, el empuje a bandas como la mis­ma Joy Division y The Happy Mondays, y la creación de una nueva forma de experi­mentar y comercializar la música a través de The Hacienda, celebérrimo antro donde comenzó el movimiento Dj.
Cottrell Boyce y Wintterbottom le dan un peso casi mítico a la muerte de Ian Curtis, cantante de Joy División, creador de letras que manifestaban un vacío existencial demarcado por sus bailes literalmente epilépticos sobre el escenario, y enmar­ca­dos por la distorsión de la banda. El suicidio de Curtis en el filme, mientras en el televisor de su sala se observa una gallina que pincha sobre una tornamesa (a diferencia del suceso original, en el que supuestamente Curtis veía Stroszek de Werner Herzog durante su transmisión por la televisión inglesa) parece demarcar el fin de una era oscura y creativa, y el inicio de otra en la que cualquier ente del reino animal puede ‘hacer música’. Esa es la nueva orden, y La nueva orden, a fin de cuentas, es una clase de historia sobre la cultura pop contempo­ránea, de la cual se agradece su agilidad e inteligencia.
Mauricio Matamoros
Programa Mensual de la Cineteca Nacional

por ahora nada que hacer

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